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Bitcoins, una realidad desafiante

  • Natalia Vázquez Labrador
  • 2 ene 2017
  • 4 Min. de lectura

Así como el temor ante una amenaza que parecer ser letal, paraliza y limita la posibilidad de afrontar asertivamente una situación; la aversión ante una revolución financiera con el paradigma de que constituye un arma peligrosa para la economía, limita la capacidad de descubrir lo que verdaderamente es y las oportunidades que representa. La dificultad de distinguir entre lo que parece ser y lo que es, resulta ser el dilema de la moneda virtual bitcoin que, aunque ha tenido gran evolución y su uso ha incrementado con el comercio electrónico, aún existen visiones negativas.

Ahora bien, aunque Bitcoin parece amenazante por sus desventajas provenientes de sus riesgos, es en realidad desafiante por constituir, gracias a las ventajas derivadas de sus utilidades y a su potencial como moneda del futuro, un avance hacia la innovación en el sistema financiero mundial.

"aunque Bitcoin parece amenazante por sus desventajas provenientes de sus riesgos, es en realidad desafiante por constituir, gracias a las ventajas derivadas de sus utilidades y a su potencial como moneda del futuro"

Desde sus orígenes en el 2009 con Satoshi Nakamoto, su creador, bitcoin se constituyó como “un sistema de efectivo electrónico usuario a usuario que permite que los pagos en línea sean enviados de un ente a otro sin tener que pasar por medio de una institución financiera” (Nakamoto, p. 1) lo que eliminaría la dependencia a los intermediarios financieros. Además, también es referida como la moneda digital descentralizada generada bajo tecnología blockchain (cadena de bloques), que según Malka (2016) corresponde a un registro único en el que se almacenan las transacciones que se realizan con dicha moneda y en el que la información registrada es compartida e inmodificable.

Solo en mención del concepto surgen diversas perspectivas, y no es de extrañar que éstas sean contradictorias; no pretendo defender alguna de ellas, sino encontrar las razones que les dan origen. Así, la carencia de respaldo o de entidades responsables; el no ser controlada por ningún Estado, banco, institución financiera o empresa; la alta volatilidad; el anonimato en las transacciones; el riesgo moral causado por la asimetría de información y la posibilidad de fraude, son algunas de las razones que, a mi parecer, prevalecen en la perspectiva de los críticos, y se derivan de los riesgos de bitcoin.

Por otra parte, la imposibilidad de falsificación; la reducción de costes en las transacciones por la eliminación de intermediarios financieros ; la facilidad de uso en cualquier lugar del mundo por no pertenecer a ningún país en particular; la posibilidad de ser cambiada a otras divisas y viceversa; y la gestión y emisión realizada de forma colectiva en la red , son algunas de las ventajas que sustentan la perspectiva de los optimistas, y que han hecho que esta moneda se haya venido consolidando como una buena alternativa para inversionistas que especulan un futuro favorable para la misma.

Ahora, ¿resulta dramático el hecho de que se constituya como moneda del futuro?, ¿su consolidación generaría una desestabilización económica mundial al implicar un cambio en el sistema financiero?, las respuestas a estas preguntas han sido objeto de debate y aunque hallar su solución no es tarea fácil, tampoco constituye una imposibilidad.

La respuesta de aquel que piensa en el efecto que generaría el sustituir intermediarios financieros, eliminar facultades de la entidad monetaria para emitir dinero, transformar la cultura del papel moneda, sería posiblemente negativa y daría a luz a una imagen de bitcoin como amenaza. Pero, ¿en realidad lo es?, no lo creo, su potencial para el sistema financiero en términos de sus propiedades al ser una moneda que mantiene su valor en el tiempo por su independencia de cualquier gobierno o banco central, usar tecnología única y ser fácilmente divisible y portable, la hace desafiante.

Con esto, no quiero decir que la bitcoin sea por sí misma la moneda del futuro, tal vez lo sea o probablemente no, lo cierto es que más allá de la propia bitcoin como moneda, está su novedosa tecnología blockchain que la hace prometedora. Evidencia de esto, fue el proyecto formalizado el 24 de agosto de 2016 por el Banco Santander en su alianza con otras entidades como UBS, BNY Mellon, Deutsche Bank, ICAP y la startup Clearmatics “para investigar y promover el uso del dinero digital entre instituciones financieras y con bancos centrales en el proyecto bautizado como Utility Settlement Coin (USC), cuyo sistema tiene como objetivo facilitar pagos y liquidaciones de forma eficiente, rápida y segura. (…) Lo innovador de este proyecto es el uso de la tecnología blockchain en la que se basan criptomonedas como Bitcoin” (Santander , 2016).

Así, las iniciativas, planes emergentes de desarrollo e ideas para innovar en el sistema financiero son ejemplo de aceptación al desafío planteado por la bitcoin, como también pueden serlo la adaptación futura del sistema ante un fortalecimiento de la misma en su forma original y a su tendencia creciente.

En conclusión, la aparente amenaza de bitcoin, constituye en verdad el mayor desafío para el sistema financiero y sus interesados, ya sea para fomentar su consolidación y adaptarse al cambio bajo la creencia de que será la moneda del futuro, o para, de la manera más sensata, aprovechar el empujón que genera hacia la innovación, encontrando oportunidades donde parece haber caos.

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